La mentalidad mercantilista me sigue asombrando. Ya he dado mi opinión sobre la medida del Gobierno de limitar la velocidad para «ahorrar» petróleo. Atención a la opinión de Escolar: «No es un problema del Gobierno, sino del país. Si el petróleo fuese de Cuenca no habría problema».
Despreciar la ciencia económica, no entender cómo se realizan los intercambios y mirarlo todo desde arriba (macro, lo llaman) es lo que tiene. ¿En qué mejorarían las empresas y los consumidores españoles si el petróleo se disparara a 120 dólares el barril y se lo compraran a una empresa de Cuenca? En nada. Como mucho habría un efecto marginal sobre la recaudación fiscal derivada de los beneficios de la petrolera conquense. El resto del problema sería idéntico: costes crecientes para la industria española y, por consiguiente, menor capacidad productiva: por consiguiente, para mantener nuestro nivel de consumo actual deberíamos, como ahora, seguir endeudándonos con el extranjero (produciríamos menos por unidad de petróleo y esa menor producción habría que saldarla con importaciones). A la compañía de petróleo le iría de cine, al resto, tan mal como ahora.
Cierto, tal vez el déficit exterior no se vería tan perjudicado (por las eventuales exportaciones de petróleo), pero es que el déficit exterior es sólo un síntoma macro, no una causa de la crisis. El déficit simplemente nos dice que en general somos incapaces de mantener nuestro nivel de vida produciendo lo que estamos produciendo. Que para consumir tanto como lo hacemos ahora, o nos endeudamos (algo que tiene las patas muy cortas) o pasamos a producir algo distinto que se venda mejor. Si la subida del precio internacional del petróleo nos pillara con producción doméstica, el problema sería idéntico salvo, como digo, por las exportaciones de petróleo. Y la única diferencia se daría desde un punto de vista agregado: bajando a la tierra los consumidores españoles de petróleo estarían tan mal como ahora, sólo que ceberían los beneficios de una empresa de Cuenca en lugar de los de una multinacional. Así, los españoles sólo tendrían tres alternativas: o producir y consumir menos por unidad de petróleo, o ser más eficientes en su uso, o endeudarse para seguir comprando fuera lo que no pueden producir dentro por el encarecimiento del petróleo.
Las tres decisiones deberían corresponder al mercado. Por eso, si tuviéramos petróleo en Cuencia la medida de Rubalcaba sería un disparate. Y si no lo tenemos, también.
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