Durante la última década y, especialmente, durante los últimos años de la crisis hemos escuchado reiteradamente desde todos los medios de comunicación que el turbocapitalismo neoliberal está alterando la distribución de la renta en España a favor del gran capital: los trabajadores poseen cada vez un porcentaje menor del PIB gracias a que los beneficios de los capitalistas son mayores. Además, como decimos, esta tendencia se ha acelerado con la crisis, lo que respalda el famoso adagio de que “esto no es una crisis, es una estafa para que los ricos sean más ricos”. Y, ciertamente, si uno atiende a los datos del INE, la conclusión parce inequívoca.
Distribución de la renta en el PIB español
Fuente: INE
Sin embargo, como digo, sólo lo parece. Un error habitual es confundir la rúbrica de rentas brutas del capital con los beneficios empresariales a repartir entre los accionistas. De entrada, dejemos de lado que entre las rentas brutas del capital se incluyan los beneficios de pymes y de autónomos, lo que desde luego no encaja en el concepto que la mayoría de la gente tiene de «rentas del capital». Pero, como digo, obviemos ese factor y centrémonos en otro aspecto de la definición de «rentas brutas del capital»; en concreto, en el adjetivo de “brutas”: con eso se indica que de las rentas del capital todavía no se ha restado la amortización del capital. Recordemos que la amortización del capital es un coste más de la actividad productiva (en concreto, el coste del activo fijo) pero que se reparte entre varios ejercicios. Por tanto, como decimos, es un coste que hay que deducir de las rentas del capital para llegar a las rentas netas del capital.
Como vemos, la diferencia entre las rentas brutas del capital y las rentas netas del capital no ha hecho más que ampliarse en España durante los últimos doce años.
Rentas del capital dentro del PIB español
Fuente: INE
¿Por qué? Por una cuestión muy sencilla: entre 2000 y 2008, la economía española sobreinvirtió en capital fijo de una manera salvaje: entre 2000 y 2008, la inversión bruta total ascendió a 2,2 billones (2,2 veces el PIB actual) como consecuencia de la burbuja crediticia que padecimos. El crédito barato alimentó una inversión alocada, de manera que las cuotas de amortización subsiguientes (que, recordemos, son costes empresariales que se deducen de los beneficios) también son enormes: en 2013, el consumo de capital anual prácticamente igualaba la inversión bruta de ese año (es decir, apenas había acumulación de nuevo capital).
Formación bruta del capital y consumo de capital fijo en el PIB español
Fuente: INE
Por tanto, lo correcto no es medir las rentas brutas del capital en relación al PIB, sino las rentas netas. Pero me temo que aquí no termina toda la historia. Hay otra corrección de las rentas del capital que es necesario efectuar.
Como es sabido, el PIB es el valor monetario de los bienes y servicios producidos durante un año en un país. Quédense con el matiz: bienes producidos, que no vendidos. Si el PIB sólo incluyera el valor monetario de los bienes y servicios que se venden en el mercado, sería un indicador todavía peor de lo que ya es: por ejemplo, una economía donde todo el mundo viviera de alquiler sería una economía con un PIB mucho más alto que otra donde todo el mundo fuera propietario (pues los inquilinos pagarían una renta por el alquiler y los propietarios no). Para evitar estas distorsiones, en el cálculo del PIB se incluye una rúbrica que es “rentas inmobiliarias imputadas”, esto es, el valor de mercado de los servicios de habitación de que disfrutan los propietarios (dicho de otro modo: el alquiler que pagarían los propietarios si no tuvieran una vivienda en propiedad).
Estas “rentas inmobiliarias imputadas” se incluyen dentro de las rentas de capital de una economía pero, obviamente, no son las típicas rentas del capital en las que todo el mundo está pensando cuando se dice que los empresarios se están forrando a costa de las rentas salariales. Pero, es evidente, las rentas inmobiliarias son rentas del capital porque la propiedad inmobiliaria es eso: un bien de capital que proporciona un rendimiento explícito (cuando se arrienda y se cobra un alquiler) o implícito (cuando se tiene una vivienda en propiedad y nos ahorramos de abonar el alquiler). De nuevo, como España sobreinvirtió masivamente en vivienda durante esos años, las “rentas inmobiliarias imputadas” también se han disparado:
Rentas inmobiliarias imputadas en el PIB español
Fuente: INE
Si eliminamos de las rentas del capital la parte del excedente bruto de explotación de las rentas inmobiliarias imputadas (para hacerlo, hay que eliminar el consumo de capital fijo que se halla integrado en las rentas inmobiliarias imputadas brutas: dado que no hay datos al respecto, asumimos que se halla presente en el mismo porcentaje que en el resto de rentas brutas del capital), llegaremos a un peso de las rentas del trabajo y del capital sobre el PIN tal que así:
Distribución de la renta en el PIN español, deducidas las rentas inmobiliarias imputadas
Fuente: Cálculos propios a partir de los datos del INE
Pues básicamente que el peso de las rentas salariales es en el año 2013 superior al nivel de 1999 y de 2007 (en el año 1999 y 2007, las rentas salariales eran el 65,5% y 68% del PIB respectivamente, mientras que en 2013 ascendían al 68,4%), al igual que los que les sucede a las del capital (en 2000 y 2007 suponían el 34,5% y 32% respectivamente, mientras que en 2012 eran del 31,6%). Además, las rentas del capital están muy lejos de superar a las salariales. Justo lo contrario, por cierto, de lo que nos cuentan cada trimestre todos los medios de comunicación.
Peor todavía es que las rentas netas del capital en 2013 (deduciendo las rentas inmobiliarias imputadas) son inferiores, pese a la inflación, a las alcanzadas en 2007: las rentas en 2013 habían caído, en términos nominales, un 3,5%, y en términos reales un 15% (nota para despistados: que el conjunto de las empresas ganen un 15% menos no significa que todas ellas ganen un 15% menos, sino que muchas de ellas han pasado a, directamente, no ganar nada). Y eso a pesar de la acumulación de capital adicional que se ha seguido produciendo entre 2007 y 2013: invertimos más para ganar menos.
Un resultado mucho más coherente con la realidad española que esas simplistas, sesgadas y demagogas afirmaciones de que los capitalistas de este país se están forrando, cuando casi ningún inversor quiere venir a España a… ¿forrarse? No, si se está destruyendo empleo a mansalva es precisamente porque muchas empresas están paralizando operaciones y apenas se están creando de nuevas: no porque se estén forrando, sino porque no lo están haciendo.