El resultado de las recientes elecciones generales ha colocado a muchos liberales en un estado cuasi-depresivo: después de cuatro años de gobierno antiliberal del PP, las urnas otorgan mucho más poder a aquellos que aseguran que el PP ha sido demasiado liberal, esto es, a aquellos que afirman que se han subido poco los impuestos, que se ha recortado en exceso el gasto y que nos hemos pasado de frenada con las liberalizaciones. Lógico, pues, que muchos liberales se pregunten qué hemos hecho mal hasta ahora y en qué deberíamos cambiar para que dentro de cuatro años el discurso y el panorama político no se vea dominado por formaciones tan radicalmente antiliberales como las actuales, e incluso para que haya alguien en el parlamento quienes defiendan las bondades de bajar los impuestos, de devolver a la sociedad competencias del Estado o de rebajar la muy intrusiva hiperinflación legislativa.
Antes de nada, déjenme rebajar en varios grados el tono de pesimismo y de frustración que muchos están experimentando. Por supuesto, la libertad cuenta en España con muy pocos aliados; es más, la crisis económica ha vuelto aún menos liberales a un número incluso mayor de personas. Ahora bien, comparemos la situación actual española con la que se dio durante de la Gran Depresión estadounidense: esto es, en una crisis similar a la actual pero en el país con mayor tradición liberal del mundo y apenas unas décadas después del esplendor del liberalismo político. La lista de medidas liberticidas adoptada por aquel entonces es verdaderamente descorazonadora: entre ellas, cierre de facto del comercio internacional, ruptura del patrón monetario y agresivas devaluaciones competitivas, expropiación del oro a los ciudadanos, subidas de todos los impuestos, aumento deficitario del gasto público, subvenciones al recorte de la producción, controles de precios sobre muy numerosos productos y materias primas, creación de la Seguridad Social, establecimiento de un salario mínimo nacional, instauración de la negociación colectiva fuertemente sindicalizada o nacionalización de las prestaciones por desempleo. Es verdad que muchas de estas políticas se han repetido durante esta crisis, pero otras afortunadamente no. Y, sobre todo, el Estado se ha incrementado relativamente menos que entonces.
Pero, pese a esta nota de optimismo moderado, la reflexión inicial permanece y sigue siendo pertinente. ¿Acaso no deberíamos virar de estrategia? La respuesta creo que es sencilla: aunque minoritarios, los liberales españoles hemos crecido apreciablemente durante la última década y ya sumamos varios miles (incluso algunas decenas de miles). Si creemos en la división del trabajo, en la experimentación descentralizada y en la diversidad de los horizontes temporales, lo lógico, lo deseable y lo exitoso será que convivan distintos proyectos, iniciativas y estrategias para la promoción de la libertad en los diversos ámbitos que componen una sociedad. Pretender que sólo existe una vía aceptable para el avance efectivo de nuestras libertades sí peca, a mi entender, simplista y reduccionista.
El Instituto Juan de Mariana, desde su misma fundación, ha querido especializarse en librar la batalla de las ideas y de los ideales para avanzar a largo plazo hacia una sociedad más libre. Es evidente que ésta no es la única forma de defender el liberalismo —incluso podría ser que no se tratara de la mejor—, pero sí es la estrategia en la que creemos la mayoría de personas que integramos este think tank. Se trata de una carrera de fondo, repleta de obstáculos y con una meta incierta, pero a la que dedicamos año tras año nuestros esfuerzos e ilusiones dado que confiamos en estar contribuyendo —aunque sea marginalmente— a generar una sociedad mejor: una sociedad más libre, más próspera y más tolerante con las decisiones voluntarias de cada persona.
En 2015, hemos celebrado nuestro décimo aniversario con una renovación a fondo de nuestra identidad virtual (esta página web en la que ahora mismo se encuentra) para poder incrementar nuestro público potencial y diversificar el contenido que les ofrecemos. En 2016 esperamos ofrecer tanto o más que hasta la fecha: vamos a seguir formando a las futuras generaciones desde nuestra universidad de verano, nuestras conferencias semanales o nuestros seminarios intensivos; vamos a seguir divulgando al público general las ideas y los ideales liberales desde los comentarios diarios en nuestra web o desde los artículos publicados en muy diversos medios de comunicación, mediante nuestro material audiovisual o a través de la presentación de nuevos libros en Liberacción; y vamos a seguir elaborando nuevos argumentos que rechace la sabiduría convencional refractaria hacia la libertad mediante la investigación interna y su publicación en forma de informes.
Y, asimismo, tanto en 2016 como en 2015 agradecemos muy sinceramente el apoyo que nos prestáis todos aquellos que confiáis y colaboráis con este proyecto intelectual y activista del Instituto. Sin vuestro impulso, esta pequeña pero —creemos— decisiva contribución en el futuro de la libertad no sería posible. Gracias a todos y felices fiestas.
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