La siguiente entrevista me fue realizada por Ibai Puente, alumno de Derecho y Periodismo de la Universidad CEU San Pablo.
Pregunta: ¿Qué le parece la gestión de la crisis que el gobierno de Mariano Rajoy está llevando a cabo? ¿Está de acuerdo con las previsiones de Bruselas que pronostican más paro, más déficit y una mayor recesión?
Respuesta: La gestión de la crisis del gobierno de Mariano Rajoy ha sido, en términos generales, bastante cuestionable. Ha tomado todas las medidas contrarias a las que debería haber adoptado. Necesitábamos menos impuestos, menos gasto y menos déficit y lo que al final hemos tenido ha sido más impuestos, más gasto y más deuda. Es cierto que aspectos como la reforma laboral han estado bien orientados, aunque no han sido ni mucho menos todo lo ambiciosos que deberían.
Un cualquier caso, España se encuentra en una situación muy complicada, prácticamente en suspensión de pagos. Y por esto mismo, no vale dar dos pasos para llegar a la meta, sino que tenemos que llegar a ella. Aun cuando todo lo que hubiera hecho el gobierno de Rajoy hubiera estado bien orientado –que no lo ha estado–, si eso no basta, habría que ir más lejos. De lo contrario, todo habrá sido un sacrificio del que no tendremos resultados tangibles. Lamentablemente, las previsiones de Bruselas son bastante verosímiles, bastante más que las del gobierno español, que confía ciegamente en una recuperación milagrosa que no se sabe de dónde va a llegar.
P: ¿El resultado de las recientes elecciones italianas va a repercutir directamente en la economía y credibilidad españolas?
R: Claramente. El origen de la situación actual de España se remonta a principios de julio del pasado año, cuando Mario Draghi anuncia la apertura de las líneas de crédito para los países en problemas. Aunque la prima de riesgo ha ido bajando y, aparentemente, la situación se ha estabilizado, cualquier acontecimiento externo negativo e inesperado (un cisne negro, como se conoce en la jerga financiera) podía tener repercusiones muy negativas en la economía española. Un país debe ser lo suficientemente fuerte como para poder afrontar y absorber este tipo de situaciones, y España, hoy por hoy, no lo es.
El resultado de las elecciones en Italia nos afecta muy directamente porque compromete la estabilidad y la unión del euro. Si el euro se rompe, lo hará por sus partes más débiles: Italia y, por supuesto, España.
P: La marca España se ha puesto de moda. ¿Su promoción servirá para algo?
R: El problema de la marca España es que se mezcla lo excelente con lo pésimo. El gobierno, con su mala política de socialización de pérdidas, de subidas de impuestos, de nulos recortes del gasto para cuadrar el déficit, está emponzoñando lo que podría ser una buena marca, sobre todo teniendo en cuenta la magnífica calidad de parte del empresariado español. Hay sectores de la economía española que están resistiendo muy bien la crisis y empresas españolas punteras en su sector, como Inditex, pero no basta con promocionar la marca España cuando alguien está continuamente machacándola. Es fundamental que todos los agentes se alineen en hechos fundados y no en propaganda para que la marca España resurja a nivel internacional.
P: ¿Tan mal comunicamos?
R: Hay cosas que no estamos comunicando bien, pero en todo caso, hay cosas tan negativas que todo esfuerzo de comunicación que se haga va a quedar reducido a nada. Deberíamos intentar tener una marca que se venda sola, y para ello es necesario ser un país serio y responsable. Suiza, por ejemplo, es una marca en sí misma. Tiene unas instituciones fuertes que defienden la propiedad privada, los contratos, no buscan sobreendeudarse de manera alocada para mantener niveles de vida estratosféricos en relación con su capacidad productiva… Son gente sensata y es un país en el que da gusto invertir.
P: ¿Hay entonces una alternativa liberal para salir de la crisis?
R: Desde luego. Hay una alternativa liberal que es muy distinta a la que se ha seguido hasta ahora. Lo que ha hecho el gobierno de Mariano Rajoy no es liberal. Es una alternativa democristiana o socialdemocráta, muy en la línea de lo que habría hecho e hizo Rodríguez Zapatero: el ajuste que ha llevado acabo Rajoy ha sido de 2 puntos sobre el PIB, fundamentalmente subiendo impuestos, y el ajuste de Zapatero en 2010 fue de 2 puntos sobre el PIB, bajando el gasto más de lo que lo ha reducido Rajoy. Por tanto, es la misma línea de continuidad. Si Zapatero era malo, Rajoy no es mejor. Y en muchas cosas es peor.
P: La calle se está volcando contra los recortes ¿Qué modelos educativo y sanitario propone?
R: Creo seriamente que los modelos que mejor funcionan, tanto en educación como en sanidad, son los sistemas privados, libres, competitivos y sometidos únicamente al consumidor. Esto, desde luego, implica un cambio de mentalidad muy importante, principalmente porque hemos recibido un adoctrinamiento estatal de que si no es público, no funciona, de que la gente moriría en la calle, o no podría acceder a una educación. Esto es falso. En el siglo XIX, en la Inglaterra victoriana, prácticamente toda la población estaba alfabetizada y la educación que existía era privada.
Pero aun así, no hay relación entre que la provisión sea privada y que no pueda haber una cierta redistribución, si así se quisiera desde el Estado, para que los menos favorecidos pudieran acceder a esos servicios. Si el argumento “como no se lo puede pagar cierta gente, lo nacionalizamos” se hubiera aplicado a la vestimenta o la agricultura, no existiría Zara y las granjas serían estatales.
El sistema sanitario estadounidense no es, frente a lo que pueda pensar la gran mayoría de personas, un sistema puramente privado, es un sistema en el que todo el gasto se ha socializado a través de seguros, por lo que se encuentran con un problema muy similar al que tenemos en Europa. Los sistemas sanitarios que se aproximan más a un sistema de mercado, como el de Singapur, funcionan estupendamente, son muy económicos y, en cuanto a calidad y acceso, son de los mejores del mundo.
En Educación tenemos que quitarnos la idea de un currículum fijado desde el Estado. La educación debe ser aprendizaje en competencia entre individuos, sin que nadie fije el currículum oficial.
P: ¿Hubo también burbuja en la educación y en la sanidad?
R: En educación es posible que la haya habido porque el gasto se ha incrementado en un 30% en los últimos diez años y los resultados no han mejorado.
El problema en el gasto sanitario es que la sanidad española no está orientada al mercado, a los consumidores, a los pacientes, sino que estos se subrogan en lo que ofrece el mercadeo político. No existe una buena organización y los costes tienden a elevarse porque no hay ningún tipo de uso racional del sistema, más allá de los sistemas de racionamiento que imponga desde arriba el sector público, que suelen ser extremadamente ineficientes e injustos.
En cualquier caso, donde sí ha habido burbuja es en el conjunto del sector público, donde el gasto ha sido muy superior al que se puede financiar con unos ingresos que no demuelan la economía privada a lo largo del tiempo.
P: ¿Se hizo bien la reforma financiera?
R: No. La reforma financiera se debería haber llevado a cabo sin socializar las pérdidas de los bancos entre toda la sociedad española. Para eso se tendrían que imponer quitas o conversión de deudas en acciones a los acreedores; y, aunque se ha hecho con los tenedores de participaciones preferentes, se debería haber hecho con todos, incluyendo bancos franceses y alemanes. Pero no se ha querido.
Al final, el rescate de la banca va a ser un negocio ruinoso para las arcas españolas (según Bruselas, el 70% de lo invertido se va a perder de entrada), y todo eso lo vamos a pagar los contribuyentes españoles, que no tenemos ninguna responsabilidad, al menos directa, en todo lo que ha sucedido.
P: Con casi 6 millones de parados, ¿podemos decir que la reforma laboral sirvió para algo? ¿Qué opinión le merecen los minijobs?
Toda relación laboral es plenamente legítima y lícita y, por tanto, la ley debería permitir todas aquellas que no generen daño más allá de los contratantes. Por tanto, los minijobs me parecen una vía contractual perfectamente legítima. Muchas veces se asume erróneamente que los minijobs son para toda la vida, cuando realmente se han pensado para una etapa transitoria (complementar ingresos de estudiantes, momentos de penalidad…). Esto es algo básico, no solo en el caso de los minijobs, sino de cualquier legislación. El SMI y todas las normas que impiden que una relación laboral libre se pueda plasmar porque al político de turno no le gusta, deberían abolirse.
En cuanto a la reforma laboral, podemos decir que en parte ha funcionado. Poco a poco la destrucción se ha ido frenando, y se ha destruido mucho menos empleo dentro del sector privado que el que se destruyó en el mismo período en el año 2009. No hay que olvidar que España, para no destruir empleo, tiene que crecer al menos al 2%. Este año hemos decrecido un 1,5% y, aunque la destrucción de empleo ha sido considerable, en el sector privado apenas se han destruido puestos de trabajo. Donde sí se está produciendo el ajuste es en el sector público, donde la ocupación ha caído en 350000 personas.
Por tanto, aunque no ha tenido efectos revolucionarios, sí creo que la reforma laboral ha servido como paliativo.
P: ¿Cree que las medidas que se anunciaron en el Debate sobre el estado de la Nación servirán de algo?
R: Aunque algunas, como la reducción de 50 euros durante 6 meses de las contribuciones de los autónomos o la reducción de impuestos a empresas de nueva creación, no están mal orientadas, el problema de todas estas medidas se encuentra en un error de base. Nadie va a crear una empresa o iniciar una actividad económica porque se le reduzcan estas cuotas de 300 a 50 euros al mes. Una empresa tiene que tener un margen de maniobra suficiente para, en caso de que los costes se incrementen de forma inesperada, seguir siendo rentable.
Lo que facilitaría y contribuiría a la empleabilidad sería la permanencia de estas medidas. Pero el gobierno no parece estar por la labor de llevar a cabo este tipo de cambios estructurales.
P: ¿Hay futuro para los jóvenes en España?
R: El paro juvenil depende en gran medida de la dualidad del mercado de trabajo, es decir, de unas barreras de entrada y de salida del mercado laboral brutales. Quien sale del mercado de trabajo tiene muy difícil entrar de nuevo. ¿Por qué se va a discriminar positivamente a los mayores de 50 años o a los menores de 30? Los incentivos perversos de una parte de la regulación no se corrigen generando incentivos perversos en otra parte de la regulación, sino aboliendo los primeros.
P: ¿Los políticos, sindicatos y organizaciones empresariales son el problema o parte del problema?
R: En los últimos años se ha montado un entramado estatista inmenso, en el que unos sectores, ahora conocidos como élites extractivas, consiguen obtener rentas de los ciudadanos sin que estos se percaten a través de la burocracia y las diversas legislaciones, haciéndoles incluso creer que actúan como garantes de su bienestar.
La solución de este problema no es, como puede pensar parte de la sociedad española, en cambiar y reemplazar a los ocupantes de las instituciones problemáticas, sino en reducirlos para, de esta forma, reducir el problema que representan. Por tanto, necesitamos menos políticos –con mucho menos poder–, menos patronales y menos sindicatos viviendo del Presupuesto.
P: ¿Puede España llegar a ser la nueva Alemania de la zona euro? ¿Qué deberíamos hacer para serlo?
R: Los españoles no somos genéticamente inferiores a los alemanes o los suizos, así que si hiciésemos las reformas oportunas podríamos convertirnos en Alemania, Suiza o cualquier otro país puntero del mundo. El error radica en pensar que, con las reformas que se han llevado a cabo, nos vamos a convertir en Alemania. Esto es un fraude, se está generando unas expectativas absolutamente absurdas. De hecho, el banco de inversión que hacía este sorprendente pronóstico hace unas semanas, ha recomendado hoy mismo –un día después de las elecciones italianas– liquidar todas las posiciones en activos en euros. Por tanto, la credibilidad de estas instituciones que miran tan corto plazo y generan muchas veces informes por encargo, no debería ser muy alta. Deberíamos leer más entre líneas y analizar los datos más que sus conclusiones. Hoy por hoy, la economía española, aunque hay datos esperanzadores como el sector exportador, se encuentra en un estado muy deteriorado, fundamentalmente por un sector público mastodóntico que extingue cualquier posibilidad de recuperación.
P: Del ladrillo a Eurovegas. ¿Qué le parecen los modelos económicos típicamente españoles?
R: Cualquier modelo económico, siempre que no responda a objetivos perversos como hizo el del ladrillo (a través de crédito artificialmente abaratado por los Bancos Centrales), es un modelo económico perfectamente legítimo. Además, no tiene por qué ser el modelo económico del país, ya que dentro de un mismo país pueden convivir muchísimos modelos económicos.
Por tanto, creo que un país debe especializarse en aquello sobre lo que tiene cierta ventaja. España tiene claramente ventaja en el sector turístico y en calidad de vida y, por eso, parte de su especialización puede dirigirse hacia ahí. De hecho, lo que actualmente está manteniendo España es, básicamente, el turismo.
El error está en querer dirigir la economía española hacia un determinado modelo, como el de I+D, con un valor añadido muy elevado y altas dosis de capital humano. Si esto fuera así, el propio mercado lo descubriría. Si todavía no lo ha hecho, es posible que carezcamos de los medios necesarios para lograr estos modelos. Tenemos que dejar de imponer desde arriba modelos productivos y descubrir a pie de empresa los modelos verdaderamente rentables y sostenibles para este país.
P: Sugiera al actual Gobierno tres medidas con las que se podría dejar atrás la crisis.
R: Hay que pinchar las tres burbujas. La burbuja financiera se explota con el bail-in (dejando quebrar a las instituciones financieras o rescatándolas a costa de los acreedores) y no con la socialización de pérdidas. La burbuja estatal se pincha no subiendo impuestos y reduciendo el déficit en 135000 millones. El sector público tiene que adelgazar hasta dejar de ser un lastre que impida crecer al sector privado. Y, por último, la burbuja productiva se explota liberalizando la economía para que puedan emprenderse los modelos productivos rentables, de manera que la legislación no imponga costes artificiosos y se limite a hacer valer el principio de autonomía de la voluntad de las partes.
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