Entrevista para Negocios.com sobre la situación de España

Acaba de ser nombrado director del Instituto Juan de Mariana. Pero, ¿qué es exactamente el Instituto Juan de Mariana?
El Instituto Juan de Mariana es un think tank cuyo propósito básico es estudiar y divulgar los ideales del liberalismo, tanto en política como en economía. Desconfiamos profundamente de los políticos y de los Estados gigantescos, pues pensamos que es la sociedad la que, a través de sus individuos y asociaciones, debe llevar la voz cantante dentro de un marco institucional en el que se respete la propiedad privada y los contratos voluntarios.
Recientemente, acabamos de celebrar nuestra VII Universidad de Verano en Lanzarote y la verdad es que ha sido todo un éxito del que estamos muy satisfechos. Animo a todo aquel que quiera conocernos a que se acerque a nuestra sede de Madrid.
¿Cuáles han sido los errores de Rajoy?
El error fundamental ha sido querer convertirse en un digno sucesor de Zapatero, a saber, en un socialdemócrata al que se le ha acabado el dinero y que, en lugar de adelgazar enormemente el sector público para permitir una expansión de la economía privada, ha optado por machacar a impuestos a un cada vez más raquítico sector privado para minimizar los imprescindibles recortes sobre un hipertrofiado y sobredimensionado sector público.
Supongo que será una cuestión de prioridades: Rajoy, como político que es, opta por maximizar su poder y el de los suyos a costa de aquellos que sí generan riqueza para una sociedad: familias y empresarios.
El panorama económico pinta muy negro para España, ¿cómo hemos llegado hasta aquí?
La situación actual de España es fruto de tres burbujas que fueron gestándose de manera sucesiva. La primera fue la burbuja financiera, creada por el sistema bancario europeo bajo la dirección de ese monopolio público que es el banco central. La burbuja financiera rebajó artificialmente los tipos de interés en la economía, propiciando un sobreendeudamiento de familias y empresas para adquirir y construir viviendas, lo que generó la burbuja inmobiliaria: la economía española fue escorándose cada vez más hacia el ladrillo, concentrando en ese burbujístico sector gran parte de su capacidad productiva.
Y, por último, los ingresos fiscales extraordinarios a que dio lugar la burbuja inmobiliaria engendraron laburbuja del sector público: los políticos comenzaron a gastar sin freno toda esa milmillonaria recaudación tributaria extraordinaria y no recurrente, consolidando un nivel de gastos que años después se mostraría insostenible. Hoy las tres burbujas han pinchado, pero tanto banqueros, como promotores y políticos tratan de trasladarles al resto de ciudadanos y empresas eficientes el coste de sus errores. Por eso España se encamina al abismo.
Se echa la culpa de la depresión económica al capitalismo, ¿hay algo de cierto en ello?
Es narrativa estatista y liberticida en su máxima expresión. El origen de todo está en la burbuja financiera y las finanzas es uno de los sectores más intervenidos, privilegiados y protegidos por el poder político. Fíjese que la moneda la emite un monopolio estatal como es el banco central. Además, ese monopolio tiene prácticamente las manos libres para imprimir cuanto desee: antes el dinero era convertible en oro y eso ponía límites al expansionismo monetario; ahora no existe ninguna restricción.
Fueron los bancos centrales quienes, a base de darle a la manivela del crédito barato, manipularon a la baja los tipos de interés a partir de 2002, y generaron, a través de sus correas de transmisión que son los bancos privados, una de las mayores burbujas productivas de la historia de la humanidad. Y, para más inri, cuando quebraron los bancos que transmitieron ese torrente de crédito barato de los bancos centrales, los Estados acudieron al rescate para evitar que probaran su amarga medicina.
¿Qué libre mercado existe aquí? Ni libre competencia en la emisión de moneda, ni asunción de las pérdidas provocadas. Esto no es capitalismo, es socialismo para ricos.
La prima por encima de los 600 puntos, el mercado a punto de cerrarse, todos pidiendo que intervenga el BCE, ¿estamos ya en la recta final antes de la suspensión de pagos?
La situación es sin duda inmanejable tal como estamos ahora mismo. El Gobierno ha consumido toda su credibilidad y nada de lo que haga garantiza que se vaya a reconducir la situación. Probablemente sólo existan tres salidas: o una intervención exterior; o una monetización masiva del BCE; o una salida del euro. Ninguna de las tres es positiva, pero las dos últimas serían especialmente nefastas, por cuanto darían más cuerda a nuestra casta política para que siguieran endeudándonos, despilfarrando a manos llenas y saqueándonos a impuestos.
La solución real pasa por una transformación de nuestro modelo de Estado que lo someta a una profunda liposucción y por una apertura total de los mercados. ¿Se quiere hacer? No: entonces sólo nos queda dolor por delante.
Si terminamos quebrando y saliendo el euro, ¿qué nos espera a los españoles?
Terminar de convertirnos en Argentina. En el menos malo de los casos, una devaluación del 40% de nuestra divisa, una elevada inflación, un incremento sustancial del poder político y del gasto público y una progresiva reactivación de la economía a partir de sectores de nulo valor añadido y de salarios de miseria. Sería renunciar por al menos 20 años a transformarnos en un país serio, donde se acumulara capital de manera sana, creciéramos sosteniblemente y fuéramos mejorando en términos reales nuestro nivel de vida.
Vamos, sería renunciar por dos décadas a convertirnos en una Alemania, Austria o Suiza. Probablemente, viendo las ideas e intereses de nuestra casta política y de gran parte de nuestra ciudadanía no quede otro remedio, pero no dejaría de ser algo del todo lamentable y criticable.
¿Si usted fuese presidente qué reformas abordaría antes de fin de año?
Lo primero es someter a un electroshock al paciente: demostrar a todos los inversores nacionales y extranjeros que no vamos a suspender pagos y que, por tanto, pueden confiar en invertir tranquilamente en España sin riesgos de salida del euro y devaluación.
Para ello habría que reducir el número de empleados públicos, recortar transferencias sociales, eliminar todas las subvenciones, controlar el gasto en subsidios de desempleo y privatizar todas las empresas y activos públicos. Asimismo, sería necesario que el rescate a la banca español no recaiga sobre los hombros de los contribuyentes sino sobre los hombros de los acreedores de la banca (lo que se conoce como bail-in o capitalización de deuda).
Una vez logrado esto, ya sería el momento de comenzar con las reformas estructurales: una auténtica liberalización del mercado laboral, energético e inmobiliario, una progresiva apertura al mercado del sistema educativo, una supresión de todas las barreras a la empresarialidad, una rebaja general de impuestos, sobre todo de aquellos que afectan al ahorro y una privatización de toda la red de transportes. En suma, se trata de convertir a este país en un destino muy atractivo para la inversión nacional y extranjera: justo lo contrario de lo que es ahora mismo.

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