Las siguientes reflexiones forman parte de la sección Cara a Cara de La Gaceta.
1. Sí, los gobernantes de Grecia e Italia, elegidos democráticamente, han gastado durante 30 años mucho más de lo que ingresaban. Finalmente, sus pasivos han sobrepasado el volumen que cabía considerar sostenible, por lo que sus acreedores sólo se han mostrado dispuestos a refinanciar las deudas si se les convence de que tienen la intención de devolverles el dinero. Berlusconi y Papandreu dilapidaron su credibilidad: su propia inepcia les ha derrocado, no los mercados.
2. Aun así, los cambios de Gobierno están lejos de constituir una auténtica intervención económica, como sucede con las empresas privadas concursadas. Si los Estados heleno e italiano se niegan a pagar sus deudas, lo razonable sería que sus acreedores los forzaran a liquidar todos sus activos públicos y a ajustar sus gastos hasta alcanzar el superávit.
3. Las preferencias de los votantes suelen ser inconsistentes, así que es complicado conocer cuáles son sus verdaderos deseos: los electores pueden oponerse a las reducciones de gastos y al tiempo rechazar las funestas consecuencias de un impago de la deuda.
4. Tampoco hay que pontificar la democracia: esclavizar a los ciudadanos con cientos de miles de millones de deudas fue una decisión tomada por gobernantes elegidos de manera democrática, pero también fue una decisión absolutamente liberticida para los ciudadanos.
Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.