Es un robo, no un chantaje

Escolar, con su habitual ligereza a la hora de hablar de economía, afirma que el rescate a Portugal no es un rescate, sino un chantaje. Lo óptimo, en su opinión, sería que el euro fuera más flexible y permitiera devaluaciones competitivas –algunos suenan tan peronistas– o, en su caso, que se articulara un mecanismo de “solidaridad” entre los países del euro. Me bastan cuatro reflexiones:

  1. Ni es un rescate, ni un chantaje: es un robo que los políticos y grupos de presión portugueses, así como los políticos y los bancos alemanes, han perpetrado contra los ahorradores y contribuyentes alemanes (en general contra todos los ahorradores europeos; las nacionalidades son meras generalizaciones, útiles pero imprecisas). Son éstos quienes han sufrido de primera mano que un sistema financiero tan elástico y tan del gusto de los socialistas de todos los partidos –dinero fiduciario, monopolio bancario en torno al banco central, fondos de garantía de depósitos, recapitalizaciones gubernamentales, oligopolios de agencias de rating engendrados por los Estados…– les haya dilapidado primero sus ahorros (invirtiéndolos en auténticos subprimes como Portugal, Grecia o España) y ahora, vía “rescates”, sus rentas futuras.
  2. La devaluación, que tanto parece añorar Escolar, no hace que el robo sea menos robo; en todo caso lo incrementa. Si los portugueses pudieran hoy devaluar, no harían el más mínimo esfuerzo para devolver sus deudas a los ahorradores alemanes y españoles (los bancos son sólo los privilegiados y nada diligentes intermediarios). Al contrario, devaluarían un 30% o 40% y se acabó –es decir, los ahorradores alemanes y españoles perderían el 30% o 40% de sus ahorros ante la indiferencia de los portugueses–. ¿Es esta la grandeza del intervencionismo, la solución mágica, que promueve Escolar?
  3. Los portugueses, griegos e irlandeses no son víctimas de la crisis, sino tan culpables como los propios bancos europeos. Para endeudarse tienen que existir dos partes: el que da crédito (el banco) y el que lo recibe (los deudores de los PIGS). Quienes se endeudaron y ahora no quieren esforzarse en devolver sus deudas (sea sector público o privado) no son menos culpables del robo a los ahorradores que quienes prestaron ese crédito a tipos artificialmente abaratados sin la aquiescencia de los ahorradores (nota bene: si Escolar critica que ahora se suban los tipos de interés, intuyo que también vería con buenos ojos que en 2002 y 2003 se mantuvieran artificialmente bajos. ¿Por qué entonces culpa a la banca de extender un volumen insostenible de crédito en aquel entonces? ¿Acaso desconoce la relación inversa entre crédito y tipos de interés?).
  4. El euro no es una herramienta que los disciplinados alemanes nos impusieron a los indisciplinados mediterráneos. Al contrario, fue una imposición de los indisciplinados mediterráneos a los alemanes (en concreto de Mitterrand a Kohl). Los teutones estaban muy a gusto con su marco; tan a gusto que cada vez que los bancos centrales de los países de la periferia, incluida Francia, querían expandir especulativamente el crédito para generar una burbuja que recalentara su economía, el marco se apreciaba y los capitales huían de España o Francia hacia Alemania, presionando al alza los tipos de interés de la periferia que inicialmente se querían reducir. El euro era y ha sido la herramienta para que todos expandamos amigable y concertadamente el crédito. No vengamos ahora con que hace falta una solidaridad europea para conservar el euro (solidaridad entendida como que los ahorradores alemanes han de seguir pagando los despropósitos y los despilfarros del resto de deudores de Europa, incluyendo los de los bancos alemanes): el único sentido que puede tener el euro es el de extender el marco alemán a toda Europa. Si se trata de extender el dracma, como algunos parecen soñar, mejor estaremos todos los europeos volviendo a las monedas nacionales y  dejando que los alemanes prosperen al tiempo que nosotros nos pegamos la torta devaluacionista cada vez que hacemos barbaridades. Bien merecido nos lo tendríamos: sólo falta que además de rapiñar el ahorro de los alemanes, ahora les acusemos de chantajistas.

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