‘Los mercados’ no han reaccionado con demasiado alborozo a la victoria de Rajoy: tras su victoria, la prima de riesgo ha subido y la bolsa ha bajado con intensidad. Los forofos del PP, que basaron toda su campaña en restaurar la confianza en España, pensaban que esas nuevas esperanzas se dejarían notar inmediatamente en los mercados de capitales. Por su parte, los forofos del PSOE no han desaprovechado la ocasión para salir a la palestra a recordarnos que el problema no era de falta de confianza o de reformas, sino que los mercados son muy malos y quieren hundir a nuestra gran patria, como acredita el hecho de que desconfíen por igual de Zapatero y de Rajoy.
¿Y quién acierta de ambos bandos? Pues nadie. Muchas veces tratamos de interpretar a los demás –a los mercados– en función de nuestras preferencias y de nuestros sesgos ideológicos: si estamos entusiasmados por que el PP haya ganado las elecciones y creemos, sin demasiado criterio, que las cosas se van a arreglar en un periquete, entonces esperamos que los mercados reaccionen al alza; si, en cambio, estamos convencidos de que los mercados son entes maléficos cuya misión esencial es doblegar a las democracias, su caída sólo puede ser la constatación de nuestros temores.
Lo que ha ocurrido este 21 de noviembre es, sin embargo, mucho más simple: la mayoría absoluta del PP estaba archidescontada no sólo entre el electorado, sino también, claro está, entre los inversores profesionales. Traducido al román paladino, esto vendría a significar que para quienes confiaron su dinero al riesgo “España”, el gallego no ganó los comicios el 20 de noviembre sino varias semanas o incluso varios meses antes. Como consecuencia, no tenía demasiado sentido esperar, como hacían los forofos del PP, que la prima de riesgo se desplomara o que la bolsa se disparara después de que se confirmaran unas expectativas que tenían un carácter casi universal.
Claro que, admitido esto, también habrá que reconocer que los recientes movimientos vertiginosos de la prima de riesgo tuvieron lugar en un contexto en el que Rajoy ya era virtualmente presidente electo. Y es que el PP, por sí mismo, no constituye ningún aval para nuestra solvencia; la victoria electoral es un mero trámite político que a esos antidemócratas de los mercados les interesa lo justo: ellos lo único que reclaman, y con algo de razón, es que podamos devolverles el dinero que nos han prestado. Les importa bien poco que se lo devuelva Zapatero o Rajoy. Pero la semana pasada ya eran conscientes de que quien se lo iba a devolver (o no iba a hacerlo) sería Rajoy y no Zapatero o Rubalcaba.
Mas que los forofos del PP se equivoquen no significa ni mucho menos que los forofos del PSOE acierten. Otra de las implicaciones de que la victoria de Rajoy estuviera descontada desde hace semanas o meses es que también estaba descontado el desalojo del poder de Zapatero y del PSOE. En caso de que esta esencial cuestión no hubiese estado dilucidada, en caso de que Rubalcaba hubiese tenido alguna opción seria de aspirar a La Moncloa, es muy probable que la prima de riesgo se hubiese disparado de manera mucho más violenta de la que lo hizo y lo sigue haciendo. Al cabo, ahora mismo existe una notable diferencia entre la actuación de los socialistas y la de los populares: con las políticas liberticidas del PSOE nos dirigíamos seguro al abismo; con las ignotas políticas con aroma lejanamente liberal del PP cabe plantearse la duda. Es ese margen de incertidumbre a que las cosas podrían mejorar si se adoptan las políticas pertinentes –unido, por supuesto, a las continuadas compras de nuestros pasivos por parte del BCE– lo que permitió que nuestra prima de riesgo no disparara hasta la estratosfera antes de los comicios del domingo.
Al final, lo que quieren los mercados es bastante simple: que se les pague. Otro tema es averiguar qué piensan los distintos inversores acerca de cuál es la mejor forma para apuntalar la recuperación y la solvencia del Estado. Los habrá keynesianos que opinen que la austeridad nos lleva al precipicio, y los habrá sensatos que crean que sólo con rigor presupuestario y liberalizaciones podremos a medio plazo devolverles su dinero. Pero lo cierto es que, hasta el momento, todas las políticas que se han implementado no han servido de nada salvo para incrementar el conjunto del endeudamiento nacional, reduciendo consiguientemente nuestra solvencia: y eso sí es algo que penalizan con severidad los mercados.
Entonces, si ni los forofos de un campo ni los del otro aciertan, ¿a qué se debe el repunto de la prima de riesgo y la caída de la bolsa? Es difícil de descifrar, pero el movimiento de la primera no ha tenido nada de particular frente a los que se vivieron la semana pasada –mera continuidad en un contexto en el que todos ya sabían que Rajoy sería presidente con mayoría absoluta– y el de la segunda, especialmente acusado a partir de las 16.00, parece estar relacionado con la caída de la bolsa estadounidense a partir de su apertura a las 15.30 que, a su vez, trae causa probablemente de los nuevos desacuerdos que han surgido en torno al recorte del gasto público entre demócratas y republicanos y que podrían abocar a la economía estadounidense a nuevas rebajas de su rating.
Por mucho que les disguste a unos y a otros, Rajoy ha sido irrelevante para los mercados este 21 de noviembre porque ya se esperaba desde mucho antes que fuera presidente. Esperemos que la cosa cambie cuando haya alguna información realmente novedosa; por ejemplo, cuando abra, si es que la hay, su famosa agenda oculta.
Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.