Cada vez que protestéis por el pésimo estado de limpieza de nuestras calles, plantearos lo siguiente: una de las funciones nucleares de cualquier ayuntamiento es la limpieza de calles, plazas y demás zonas comunes. Que ni siquiera ese servicio nuclear sean capaces de desarrollarlo con un mínimo éxito pone de manifiesto dos problemas:
– La ineficiencia consustancial a nuestras Administraciones Públicas (incapaces de proveer directa o indirectamente un buen servicio).
– La sobredimensión competencial y territorial de esas Administraciones Públicas: Ya reza el refranero que «quien mucho abarca, poco aprieta». Los ayuntamientos (y no sólo los ayuntamientos) dilapidan el dinero de sus ciudadanos en demasiadas funciones NO nucleares, dejando a las nucleares vaciadas de recursos. Además, regulan ámbitos territoriales demasiado extensos (algunos, como el de Madrid, son más grandes que muchos Estados), lo que claramente dificulta su labor.
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