Popular: Banco zombie

El Banco Popular se caracterizaba por ser una de las entidades financieras más sólidas y solventes del sistema crediticio español. Sin embargo, como el resto de bancos nacionales, la burbuja inmobiliaria lo arrastró hacia la imprudencia ladrillística: primero, hacia la vorágine de los préstamos a promotores; segundo, hacia la concesión de hipotecas. El remate llegó en 2011 con la absorción del Banco Pastor, otra entidad asfixiada por su exposición al mercado inmobiliario que, para más inri, fue adquirida abonando un sobreprecio del 30%: una compra mala y cara. Los test de estrés que realizó Oliver Wyman en 2012 sobre el conjunto del sistema financiero español acreditaron que la cartera de inversiones del Banco Popular estaba expuesta a unas pérdidas de hasta 22.300 millones de euros: un enorme agujero que la entidad apenas podía digerir por un monto de 19.100 millones de euros. En total, pues, al Popular le faltaban 3.200 millones de euros: una deficiencia que, por aquello de ahorrarse el estigma, se negó a pedirle al FROB y que prefirió conseguir a través de dos grandes ampliaciones de capital (una en 2012 y otra en 2016: ambas por importe de 2.500 millones de euros).

La dirección del banco nos juraba que los problemas de solvencia habían sido definitivamente solucionados merced a estas operaciones: no en vano, se esperaba que la entidad contara a finales de 2016 con un capital equivalente al 10,5% de sus activos ponderados por riesgo (muy por encima de la exigencia mínima del 7,87% impuesta por el Banco Central Europeo). Sin embargo, la dotación de nuevas provisiones a finales del pasado ejercicio terminó reduciendo su ratio de capital al 8,19%, esto es, excesivamente cerca del mínimo regulatorio. Ha sido esta situación límite, y el lógico rechazo del BCE a seguir prolongando la zombificación financiera, lo que ha forzado al nuevo presidente del Popular, Emilio Saracho, a declarar que sólo caben dos opciones: o una nueva ampliación del capital o la venta del banco a un grupo con capacidad para absorber sus boquetes. El Popular quiso ocultar durante años su inviabilidad financiera pero, al final, su consejo de administración no ha sido capaz de seguir tapando la Luna con un dedo.

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