Rajoy, un calco de Rubalcaba

¿En qué consistía el nefasto programa económico de Rubalcaba? Pues, por un lado, en incrementar los impuestos a los más ricos –especialmente a través de una tasa sobre los bancos– con el objetivo de financiar la creación estatal de empleo; y, por otro, en comprometerse a reducir progresivamente el déficit público eliminando aquellos gastos más superfluos y prescindibles (como lo eran las diputaciones), pero exigiendo a Bruselas una moratoria en su ritmo de ajuste para minimizar sus perjudiciales efectos sobre el crecimiento.
Rajoy descalificó con razón todas y cada una de las propuestas de Rubalcaba: no necesitábamos más sino menos impuestos; el empleo no lo crea el Estado con dañinos y gravosos planes de estímulo público, sino los empresarios que disfrutan de un entorno de libertad y de un marco regulatorio estable y poco agresivo; y, por último, España tiene que honrar sus compromisos en lo que a reducción del déficit público se refiere, pues las sobredimensionadas administraciones públicas cuentan con un margen enorme para recortar el gasto y, además, es falso que reducir el déficit sea negativo incluso en época de recesión.
O dicho de otro modo, la política de continuidad con el zapaterismo que había trazado Rubalcaba era justo lo que nos había abocado al colapso económico y justo aquello de lo que debíamos alejarnos. Al cabo, Zapatero, como proponía Rubalcaba, subió los impuestos sobre la renta y sobre el patrimonio a “los más ricos” para minimizar la minoración del gasto público; Zapatero, como proponía Rubalcaba, dilapidó miles de millones de euros en tratar vanamente de “estimular” la economía a través del desastroso Plan E; Zapatero, como proponía Rubalcaba, se tomó por su cuenta y riesgo una moratoria a la hora de reducir el déficit público (de ahí que cerrara 2011 por encima del 8% y no en el 6%); y Zapatero, como proponía Rubalcaba, suprimió en aquel célebre tijeretazo de mayo de 2010 alguno de los gastos más innecesarios que él mismo se había encargado de cebar ejercicios antes, pero sin atacar, como debía, todos los demás gastos del sector público.
¿Resultado de semejante compendio de disparates? Estancamiento recesivo, más de cinco millones de parados y riesgo cierto de suspensión nacional de pagos y salida del euro. La oposición de Rajoy al zapaterismo económico sonaba razonable no sólo por la lógica y consistencia interna del discurso, sino porque los hechos le daban abrumadoramente la razón.
Al final, sin embargo, Rajoy ha optado no ya por aguar alguna de sus propuestas, sino por vaciarlas de todo su contenido y por copiar sin miramientos la integridad del programa económico de Rubalcaba y Zapatero: Rajoy, como proponía Rubalcaba y había ejecutado  Zapatero, ha subido los impuestos a las clases medias y altas con tal de minimizar el adelgazamiento del Estado; Rajoy, como proponían Rubalcaba y Zapatero, se muestra partidario de aprobar una deletérea Tasa Tobin que grave las transacciones financieras; Rajoy, como proponía Rubalcaba y había ejecutado Zapatero, ha tocado algo de grasa superficial del Estado como cortina de humo para no atacar su auténtico excedente mórbido; Rajoy, como proponía Rubalcaba y había ejecutado Zapatero vía hechos consumados, busca renegociar el objetivo de déficit con Bruselas para retrasar el saneamiento presupuestario tanto como sea posible; y ahora Rajoy, como proponía Rubalcaba y había ejecutado Zapatero, desea utilizar los 10.700 millones de euros que tiene asignados España en concepto de fondos europeos para estimular la creación de empleos mediante una redición del muy fallido Plan E.
El auténtico pensamiento único no es el liberalismo, sino el socialismo intervencionista y keynesiano que parasita las mentes de todos nuestros grandes partidos políticos, ya sea PSOE, IU o PP. A la hora de la verdad, todos han actuado o actuarían del mismo modo: rapiñando a los sectores productivos de la sociedad española para seguir alimentando a las redes clientelares que los han aupado al poder.
Quienes votaron a Rajoy esperando una política económica radicalmente distinta a la de Zapatero y Rubalcaba se han terminado encontrando no ya con que las ideologías de estos tres políticos eran mucho más cercanas de lo que pensaban, sino con que, en política económica, Rajoy es Rubalcaba y es Zapatero. Diversidad de etiquetas y eslóganes, identidad absoluta de objetivos y métodos. ¿Cómo creer que haciendo exactamente lo mismo lograremos resultados distintos? De ninguna manera: Rajoy sólo está continuando con la labor de demolición de la economía nacional iniciada por Zapatero y apoyada entusiastamente por Rubalcaba.

¿Te ha gustado este artículo?

Compartir en Facebook
Compartir en Twitter
Compartir en Reddit
Compartir en Telegram

Deja un comentario

(Debes estar logeado con Facebook)