Tipo de interés natural versus tipo de interés real

Tras los reproches de varios keynesianos (Lord Keynes y Matías Vernengo) sobre que los austriacos seguimos asumiendo la existencia de tipos de interés naturales cuando es manifiestamente falso que así sea, creo haber encontrado el punto donde ambos keynesianos se están equivocando: confunden tipos de interés naturales con tipos de interés reales. Por resumir mi punto: todo tipo de interés natural es un tipo de interés real, pero no todo tipo de interés real es un tipo natural.
Me explico: dentro del pensamiento económico, uno puede distinguir dos grandes corrientes relativas a los tipos de interés. Una corriente sostiene que los tipos de interés son fenómenos esencialmente monetarios (la Escolástica, los mercantilistas, los antibullionistas, los keynesianos o los neochartalistas) mientras que otra corriente (Turgot, Smith, Ricardo, Say, Rae, Böhm-Bawerk, Wicksell, Fetter, Fisher, Clark o Knight) piensa que los tipos de interés son fenómenos reales (a su vez, dentro de esta corriente podemos distinguir a quienes piensan que los tipos de interés dependen de la preferencia temporal y los que piensan que se debe a la productividad del capital). Los primeros piensan que el tipo de interés es una consecuencia de la oferta y demanda de dinero (“el precio del dinero”), los segundos que es un elemento determinado por factores no monetarios (preferencia temporal o productividad del capital, que se traduce en demanda y oferta intertemporal de capital). Conviene aclarar que aquí «tipo de interés real» no se refiere al tipo de interés real fisheriano (tipo nominal corregido por inflación), sino a que el nivel de los tipos de interés cuya existencia se explica por factores reales.
Todas las teorías austriacas del interés son indudablemente teorías reales del interés (por lo general, basadas en la preferencia temporal y la aversión al riesgo), pero no todas ellas asumen la existencia de un tipo de interés natural. El tipo de interés natural, tal como lo definió Hayek (que no Wicksell, quien dio una definición distinta), es el tipo de interés que prevalecería en una economía de trueque: es decir, el tipo de interés natural es un tipo de interés real, pero también puede haber tipos de interés reales en economías monetarias, y esos tipos de interés –determinados por factores reales en una economía monetaria– no son ni presuponen el referirse a la existencia de tipos de interés naturales.
La diferencia es doble. Por un lado, quienes defienden que el tipo de interés es un fenómeno real no tienen por qué descartar que los factores monetarios no puedan jugar transitoriamente ninguna influencia sobre su determinación (ese era justamente el punto que quería trasladar Wicksell y que le llevó a acuñar el concepto de “tipo de interés natural” en un sentido distinto al hayekiano). Por otro, y como ya expliqué, aun cuando asumiéramos que los factores monetarios no juegan ningún tipo de influencia sobre la determinación del interés, no tiene sentido comparar el tipo de interés real de una economía monetaria con el tipo de interés real de una economía no monetaria: básicamente, porque la aparición del dinero supone cambios reales muy importantes para una sociedad (la extensión y profundidad de los mercados spot y forward se incrementa exponencialmente).
Por terminar de clarificar el asunto: uno puede defender que, en una economía monetaria, los precios de las mercancías son, en última instancia, precios relativos entre mercancías (esa es la postura, incluso, de los neo-ricardianos), sin asumir que esos precios relativos serían idénticos a los precios relativos que se darían en una economía no monetaria (a los precios de trueque, o naturales, entre mercancías). Obviamente no lo serían y, por tanto, las teorías que remitan a un tipo de interés natural determinado en condiciones de trueque para estudiar su influencia sobre un ciclo financiero se equivocan completamente. Ahora bien, eso no significa que los tipos de interés de una economía monetaria no estén determinados por factores reales y que, como tal, haya que estudiarlos. “¿Tiene sentido tomar como referente el tipo de interés natural” y “¿Los tipos de interés son fenómenos monetarios o reales” son, simplemente, debates distintos que no deben ser confundidos.

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