Un brindis por Carlos Rodríguez Braun

Carlos Rodríguez Braun es probablemente el mejor y más exitoso divulgador del liberalismo en España. Son legión quienes, gracias a la lectura de sus libros y artículos o a través de sus imperdibles comentarios radiofónicos, han conocido que existe una alternativa al auténtico pensamiento único de Occidente (el estatismo recalcitrante) y que esa alternativa consiste en una firme defensa de la propiedad privada y de los contratos voluntarios. No en vano, son muchos quienes le han descrito como una reencarnación de ese otro Prometeo del liberalismo que fue el francés Frédéric Bastiat. Y no por una hiperbólica casualidad: gracias a su prosa elegante, su educación exquisita, su sentido del humor contagioso, su ingenio instintivo, su formación multidisciplinar y sus convicciones inquebrantables, Carlos se ha convertido desde hace muchos años en todo un referente para los liberales españoles e hispanoamericanos.
De ahí que pocas personas haya en nuestro país más indicadas que Carlos para recibir el premio anual que concede el Instituto Juan de Mariana a una trayectoria en defensa de la libertad. Sin el profesor Braun, no sé si España sería menos libre de lo que ya es (cuestión ciertamente complicada), pero desde luego sí sé que el liberalismo español sería menos numeroso y, sobre todo, menos liberal. Ayer, en el Real Casino de Madrid, el Instituto Juan de Mariana celebró su tradicional Cena de la Libertad: más de 200 personas provenientes de todos los roncones de España y de varios países Hispanoamericanos (a destacar tanto la primera patria del premiado, la malograda Argentina, cuanto Guatemala, país donde ese otro faro de libertad que es la Universidad Francisco Marroquín concedió recientemente a Carlos un doctorado honoris causa) nos reunimos para homenajear al profesor Braun y para reiterarle nuestro agradecimiento por su impagable e incansable defensa de nuestras libertades.
Dado que no todos tuvieron la ocasión de acudir a tan remarcable evento, permítanme utilizar esta tribuna para proponerles un más que merecido brindis virtual en honor a D. Carlos Rodríguez Braun. Ciertamente, me encantaría vivir en un mundo donde la defensa de la libertad no convirtiera a nadie en un héroe, sino en un vulgar y corriente ciudadano; pero allí donde la libertad es sistemáticamente perseguida, vejada, estigmatizada y anulada, quienes se atreven a luchar por ella contra la corriente y contra los berreos del ganado, son sin duda héroes. Y, en el caso del profesor Braun, un héroe excepcionalmente brillante. ¡Muchas felicidades Carlos!

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