Wishful thinking

El artículo de Antón Costas, en general, no hay por dónde cogerlo. Pero me ha hecho gracia en particular este párrafo:

La evidencia de que es una falsa solución está en la rápida reaparición de las mismas conductas de riesgo y sobresueldos protagonizadas por los responsables de las agencias de rating y de las instituciones financieras que causaron el desastre y fueron rescatadas con dinero público. Causa sonrojo ver la desfachatez con que vuelven a practicar las mismas conductas. No es que sean inmorales, son amorales. Practican un «fraude inocente».

¿A qué se refiere con «mismas conductas de riesgo» y con «fraude inocente»? Recordemos que si de algo podemos acusar al oligopilio privado de las agencias de rating es de haber inflado sus calificaciones, y si de algo podemos acusar al privilegiado entente bancario es de haber prestado demasiado dinero a largo plazo cuando no tenían fuentes de financiación adecuadas (casi todo eran pasivos a corto plazo).
Pero, ¿de qué se está acusando hoy a las agencias de rating y a los bancos? A las primeras de rebajar demasiado la calificación que otorgan a los Gobiernos y a los segundos de extender demasiado poco crédito. ¿En qué quedamos? ¿Son malos cuando favorecen la expansión descontrolada del crédito o cuando la restringen? ¿O acaso son malos per se: meros monigotes expiatorios de la izquierda contra los que concentrar sus iras para evitar detectar los problemas de fondo?
Al cabo, si hoy estuviéramos en 2003 y los bancos y las agencias de rating hubiesen comenzado a restringir el crédito y a degradar la calificación de la deuda pública (¿no habría sido aconsejable que lo hubieran hecho ya con Grecia?) y privada, ¿no creen que la misma izquierda que emerge hoy reclamando menores tipos de interés y mayor laxitud crediticia habría aparecido entonces para forzarles a hacer lo que finalmente hicieron y por lo que hoy esa misma izquierda los crucifica?
Si es que el objetivo final es de sobras conocido: banca pública y agencia de rating pública. Así, quien controla exitosamente el crédito ya no son los ahorradores privados, sino los políticos. Se ve que el chiringuito que se montaron con la banca central y con los privilegios a los intermediarios bancarios se les ha quedado pequeño. Los maximalistas aspiran a ser ellos quienes distribuyan el capital (y por tanto los recursos) dentro de la economía. Ya saben cómo se llama ese exitoso sistema económico.

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