¿Y si el BCE hubiese monetizado nuestra deuda?

Son cada vez más quienes consideran que nuestra crisis presupuestaria proviene de la reticencia del BCE a monetizar nuestra deuda a tipos de interés asequibles. Si nuestra situación presupuestaria se ha vuelto insostenible, si nos acercamos con paso firme hacia la suspensión de pagos, es porque el BCE permite que “los mercados” nos impongan un tipo de interés del 5% o del 6% en lugar de financiarnos al 1%. Si la autoridad monetaria se comportara como la Fed, dicen estas mismas voces, el ahorro presupuestario habría sido tan grande que ni siquiera sería necesario practicar ajuste alguno; o, al menos, no ajustes de la magnitud de los actuales. Bueno, efectuemos unos sencillos cálculos.
Los gastos financieros de las Administraciones Públicas españolas han pasado de unos 19.000 millones de euros  en 2007 a aproximadamente 35.000 millones previstos para 2012. Teniendo en cuenta que la deuda emitida por las Administraciones Públicas se habrá incrementando desde 380.000 millones de euros en 2007 a unos (siendo generosos) 850.000 millones a finales de 2012, el tipo de interés medio que pagaremos por nuestra deuda se habrá reducido desde el 5% en 2007 al 4,2% en 2012
Supongamos que el BCE nos hubiese refinanciado la totalidad de nuestra deuda a un tipo medio de entre el 2% y el 3%: en tal caso, nuestros gastos financieros minorarían de 35.000 millones previstos para 2012 a entre 17.000 ó 26.000 millones de euros, es decir, una rebaja de 18.000 ó 9.000 millones en pago de intereses. Mas esta cifra debe matizarse en un sentido: ¿acaso alguien puede siquiera elucubrar que, si Zapatero, Rajoy y demás virreyes autonómicos tuvieran la barra libre de financiarse a una tarifa plana del 2% o 3%, habrían reducido en lo más mínimo el déficit público? Altamente improbable: bien podemos suponer que, como poco, el desequilibrio en las cuentas de la administración se habría quedado estancado en el 10% PIB (por debajo del déficit de 2009) sine die. ¿En qué se traduce esto? Pues en que el sector público español tendría a finales de 2012 una deuda circulante de alrededor de 950.000 millones de euros, lo que a un tipo de interés medio del 2% o del 3% implicaría un pago de intereses de 19.000 ó 29.000 millones (a saber, un ahorro, con respecto a la situación actual, de entre 16.000 y 6.000 millones). Y teniendo en cuenta que España no ha refinanciado toda la deuda circulante en 2007, el ahorro para el Gobierno español sería todavía menor: probablemente inferior a 10.000 millones de euros en un océano de déficit de más de 90.000 millones.
Dicho de otra manera, los problemas de insostenibilidad financiera que estamos atravesando no tienennada que ver con que el BCE no haya querido financiarnos de manera barata. Más bien, son la consecuencia inevitable de gastar estructuralmente muchísimo más de lo que ingresamos y de querer seguir viviendo del endeudamiento permanente. De hecho, aunque el BCE hubiese optado por la absurda medida de financiarnos la totalidad de nuestra deuda de manera gratuita (al 0%), sólo habríamos solventado un tercio de nuestro déficit total (recordemos: más de 90.000 millones en 2011).
Claro que un tercio de nuestro déficit total a algunos les parecerá mucho a cambio del nimio ejercicio de darle a la manivela de imprimir billetes (o, mejor, al botón del ordenador para crear débitos contables). ¿Por qué, entonces, no nos financia gratis el BCE? Pues porque las monetizaciones de deuda a una escala tan enorme no salen gratis: las consecuencias son una inflación y una depreciación monetaria desbocadas, es decir, un impuesto a todos los tenedores de saldos líquidos o rentas fijas en euros. ¿Por qué han de pagar ellos el pato? ¿Por qué los ahorradores alemanes, franceses o españoles han de verse machacados con un impuesto extraordinario que sufrague la insaciable propensión a despilfarrar de nuestros gobernantes?
Objetarán algunos que la depreciación del euro es justo lo que necesitamos: pero no, la depreciación monetaria es una enorme chapuza con muchos más contras que pros. Sostendrán otros que la Fed de Bernanke ha monetizado deuda pública a mansalva del Gobierno estadounidense y el diferencial de inflación y la depreciación del dólar con respecto al euro están siendo moderadas. Pero tampoco: la Fed ha monetizado desde 2007 menos de un billón de dólares en deuda pública… y estamos hablando de la monetización de un billón de dólares en el marco de la mayor economía del mundo y por parte del banco central que emite la divisa más demandada del planeta.
¿Quién puede creerse que el BCE pueda monetizar varios billones de deuda de España, Portugal, Italia, Grecia o Irlanda sin que todo el tenderete se venga abajo? Espero, por su salud mental, que nadie. Mas si el BCE no monetiza toda esa deuda pública en tales grandes cantidades y en condiciones tan laxas y tan poco disciplinantes, el ahorro en gastos financieros sería insignificante para los países periféricos con primas de riesgo desbocadas. En suma, el camino no es la monetización alocada y disruptiva de deuda, sino las reformas liberalizadoras y la austeridad pública y privada que permitan, primero, reducir nuestra dependencia de la deuda y, segundo, permitan a los ahorradores volver a confiar en nosotros.

¿Te ha gustado este artículo?

Compartir en Facebook
Compartir en Twitter
Compartir en Reddit
Compartir en Telegram

Deja un comentario

(Debes estar logeado con Facebook)